‘LO PRECISO’ ES LA ENTRADA TRIUNFAL DE RAFAEL RAMÍREZ AL GREMIO DE LOS GRANDES DEL FLAMENCO

El bailaor malagueño Rafael Ramírez en “Lo Preciso”.  Fotografía: Javier Labrador (cortesía de FUNDarte)

El baile flamenco contemporáneo mostró la amplitud de sus prerrogativas, al presentarse en el On.Stage Black Box de Miami-Dade County Auditorium (MDCA), con el espectáculo “Lo Preciso”. Una puesta en escena que entrega todo lo que posee, sin exigir nada a cambio.

“Lo Preciso”, cuyo director/coreógrafo y protagonista es el joven bailaor malagueño Rafael Ramírez, es un montaje de apenas 70 minutos de duración que elude la crítica (¿como cuestionar una propuesta tan cercana a la perfección?), embruja al espectador y te hace perder la noción del tiempo. 

Al terminar la función, despiertas y tienes la sensación de haber regresado del más allá. Solo entonces te das cuenta que estás en medio de la euforia de una audiencia de pie que aplaude, grita ¡bravo! y golpea el piso con singular alegría. 

Así las cosas, el éxito de público de un trabajo sofisticado como “Lo Preciso” es un hito que motiva la reflexión.

Rafael Ramírez, Fabiola Santiago y Rosa Linero (al fondo) en “Lo Preciso”. Fotografía: Javier Labrador (cortesía de FUNDarte)

El dolor en el pecho no es porque te hayan dado reanimación cardiopulmonar y las lágrimas que batallan por inundar tus ojos no son producto de haber pasado un mal rato. En realidad, son muestras del regocijo que provoca “Lo Preciso”. Son demostraciones de agradecimiento.

Nada de lo que hemos visto en Miami durante 2023, en el ámbito de la danza en gira por Estados Unidos, ha logrado sorprendernos por su eficacia comunicativa al gestionar emociones como “Lo Preciso”.

Hay que reconocer que su presencia entre nosotros es un acierto de programación de MDCA, producto de la colaboración de FUNDarte con Spain Flamenco Arts, que dirige la productora Begoña Fernández Pellicer.

En “Lo Preciso”, se destaca el trabajo detallista de Rafael y los cuatro excelentes intérpretes que le acompañan: Isaac Muñoz, Rosa Linero, Fabiola Santiago y Alex Otero. Todos tienen un momento de lucimiento y cuando este llega, la cualidad estelar de cada uno se hace evidente.

Rafael Ramírez (al frente) e Isaac Muñoz (al fondo) en “Lo Preciso”.  Fotografía: Javier Labrador (cortesía de FUNDarte)

La elocuencia de la guitarra de Muñoz y la divertida rivalidad entre Rosa y Fabiola, son logros estupendos. El tino de Otero en la percusión es admirable y el intercambio de agudezas entre Rafael, Rosa y Fabiola no tiene desperdicio. 

Pero sería un error y una injusticia reducir el análisis del trabajo de Rafael como director artístico a la descripción de lo que tiene lugar en escena y los medios utilizados para conseguirlo.

Rafael es un ilusionista sublime y “un mago nunca llega tarde ni pronto, llega exactamente cuando se lo propone”, diría Gandalf. Definitivamente, su búsqueda por la precisión artística es un ritual mágico alucinante.

Rosa Linero (al frente) y Fabiola Santiago en “Lo Preciso”.  Fotografía: Javier Labrador (cortesía de FUNDarte)

Al hablar del Rafael como bailarín, ¿cómo describes la exactitud imponente de su zapateado? ¿Cómo analizas la fluidez de sus transiciones, el rubato en la ejecución, la retórica exquisita de sus manos y la plasticidad de su cuerpo?

¿Para qué llamar la atención sobre su asimilación de soluciones expresivas provenientes de la danza moderna o contemporánea -hay incluso la chispa de un cualidad académica que sugiere un cierto flirteo con el ballet- si lo orgánico del resultado es uno de los mayores atractivos de “Lo Preciso”?

Rafael es poseedor de una elegante autenticidad “informada” (no es mérito alguno ignorar los aportes de los que nos precedieron) que deslumbrará por igual a cínicos y nostálgicos. Para los acostumbrados a decir, “ya no hay bailarines como los de antes”, aquí hay un artista que puede desmentirlos.

Rafael Ramírez en “Lo Preciso”, acompañado por Alex Otero (percusionista), Rosa Linero y Fabiola Santiago (cantaoras). Fotografía: Javier Labrador (cortesía de FUNDarte)

Sin duda alguna, la respuesta emocional de un espectador ante una obra de danza es algo sumamente personal pero, de manera general, es posible afirmar que las propuestas fallidas dan tristeza y si además son pretenciosas, producen enfado.  En el mundo de las respuestas positivas, no hay otra que se compare a la satisfacción ante una experiencia trascendente que queda en la memoria, marcando “un antes y un después” en la vida de un espectador.

Vemos a alguien por primera vez y a partir de ahí recordamos el día en que lo “descubrimos”, como si ese artista no hubiera existido antes. Ir a ver a un artista famoso es confirmar un pronóstico pero “descubrir” a alguien es encontrar un tesoro que te pertenece por entero.

En la historia reciente del baile flamenco, probablemente solo tres bailaores de visita en Miami han cautivado al público de esa manera: el inolvidable José Barrios (cerramos los ojos y todavía lo vemos en febrero del 2000 actuando como artista invitado en una función de La Rosa Flamenco Theatre en el teatro Colony de Miami Beach), el impactante Jesús Carmona (en febrero de 2014, durante el Festival de Flamenco que tiene lugar cada año en el Arsht Center) y ahora, Rafael Ramírez.

Rafael Ramírez en “Lo Preciso”. En el fondo: Isaac Muñoz en la guitarra y las cantaoras Rosa Linero y Fabiola Santiago. Fotografía: Javier Labrador (cortesía de FUNDarte)

Su aparición en el mundo del baile flamenco de cámara (un bailaor o bailaora acompañado por tres o cuatro intérpretes para el cante y la música) llena un vacío y satisface una necesidad.

Rafael llena el vacío provocado por el enrarecimiento en el baile flamenco del artista que no reclama el aplauso (abrir los brazos mirando al público, una y otra vez, se ha convertido en un lugar común) y satisface la necesidad de experimentar placer ante una entrega artística que no pretende convencernos de su grandeza.

En tiempos de la Edad Media, el término “obra maestra”, comenzó a utilizarse en Europa para identificar la pieza artesanal realizada por un aspirante interesado en adquirir el título de maestro en su gremio.

Cinco siglos después del descubrimiento de América (el acontecimiento que marcó el fin de la Edad Media), Norteamérica descubre a Rafael Ramírez con “Lo Preciso”, una obra maestra que debe asegurarle su entrada triunfal al gremio de los grandes del flamenco.  

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