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Una Kassandra inolvidable en inglés chapurreado

Ysmercy Salomón en “Kassandra”, obra de Sergio Blanco, bajo la dirección de Carlos Celdrán y la producción de Arca Images. Fotografía: Julio de la Nuez (cortesía de Arca Images).
La sala del Westchester Cultural Arts Center estuvo a tope durante las últimas semanas gracias a Arca Images, que siempre apuesta por una producción contemporánea, arriesgada y altamente artística. Entre estas, hay que destacar el monólogo del dramaturgo franco-uruguayo Sergio Blanco “Kassandra”, bajo la dirección de Carlos Celdrán, por la formidable actuación de Ysmercy Salomón.
“Kassandra” forma parte del repertorio de Blanco, que recientemente se ha presentado en Miami gracias a la producción de Arca Images y a la visión de su directora, Alexa Kuve, de incorporar obras contemporáneas de reconocidos artistas internacionales al paisaje teatral de la ciudad.
El pasado año, su obra “Tebasland”, también dirigida por Celdrán, fue un éxito de público. Y hace apenas unos días, el propio Blanco presentó su pieza “Memento mori o la celebración de la muerte”, una conferencia autoficcional que integra una trilogía dedicada también a la violencia y el amor.
Ahora, en “Kassandra”, si el mito griego fue el punto de partida de su autor para trazar la historia, Salomón – bajo la acertada conducción de Celdrán – encarna el personaje con el peso de su propia trayectoria como cubana inmigrante, dibujando en su gestualidad, entonación y expresividad una cadencia con la que el espectador empatiza de inmediato.
Su Kassandra representa, de algún modo, un viaje personal de subsistencia en el que ha dejado atrás su propia Troya.

Ysmercy Salomón encarna el personaje de Kassandra con el peso de su propia trayectoria como cubana inmigrante. Fotografía: Julio de la Nuez (cortesía de Arca Images).
Es un extraordinario e inolvidable trabajo interpretativo, que también descansa en un diseño minimalista en el que su cuerpo, en tanto performer y narrador, domina el espacio. Omar Batista, el creador escénico con el cual Celdrán vuelve a trabajar en “Kassandra” , construye una escenografía funcional en la que la actriz, acompañada de pocos elementos, es el centro de la acción.
Una mesa, una silla, una cartera y un vaso de leche son los objetos que el público percibe a simple vista. Gracias a ese conjunto, efectivo y preciso, somos testigos de la evolución del personaje en sus complejidades, dolores y traumas. Kassandra comparte con el público su necesidad impulsiva de comunicarse, de contar su historia, de ser, de algún modo, aceptada. En ese acto de hablar – imprescindible en tanto mito, inmigrante, sobreviviente de diversas formas de violencia – Salomón también alcanza uno de los principios básicos del teatro: la comunicación con el espectador.
Sin embargo, ese acto de habla se realiza mediante un inglés chapurreado o broken English, una lengua fronteriza que no es ni una cosa ni la otra, pero que, al mismo tiempo, es la más universal y la más útil para la subsistencia. Salomón potencia, mediante su interpretación, la relación entre ese idioma precario y su cuerpo roto por las constantes vejaciones a las que ha sido sometido. Kassandra es una guerrera al revertir las adversidades: lo hace como cuerpo de mujer nacido como niño, en su placer por el sexo masculino luego de haber sido violentado constantemente, y en su capacidad de desmontar críticamente el canon literario.

Con su interpretación, Ysmeny Salomón potencia la relación entre el inglés chapurreado y su cuerpo roto por las constantes vejaciones a las que ha sido sometido. Fotografía: Julio de la Nuez (cortesía de Arca Images).
Su entusiasmo se alimenta de su devoción por el personaje de Bugs Bunny o del optimismo de Scarlett O’Hara ante la devastación de Tara. Y, a pesar de que “the winner takes it all” —como los aqueos en Troya—, ella danza melodramáticamente el tema de ABBA que le anuncia la llamada de un cliente.
Cuando asistimos al despliegue histriónico de Salomón, atrapada en una especie de corsé – tanto literal como simbólico –, nos conmovemos ante sus sutiles estrategias de liberación y resignación. Como su referente mitológico, puede predecir el futuro, pero nadie le cree.
Sobre este descrédito descansa también la tragedia, la literaria y la de esta versión contemporánea del personaje. En el texto de Blanco, sabe lo que le va a ocurrir, pero no hace nada para evitarlo. Camina hacia su fin. Pero ¿es realmente su fin? ¿cuál Kassandra cuenta y espera? Su juego y condena son morir para resucitar, como hace magistralmente Salomón en cada función.

El juego y la condena de la Kassandra de Ysmercy Salomón son morir y resucitar. Fotografía: Julio de la Nuez (cortesía de Arca Images).
La obra contiene, gracias al ingenio de Blanco, muchas capas de significado en las que podemos reconocer referencias que se cruzan en el aquí y ahora: desde el teatro griego hasta la cultura popular y del entretenimiento.
Todo cobra un sentido de actualidad en la compleja madeja del texto: el tratamiento contemporáneo a los personajes de la tragedia clásica cuando la actriz muestra sus fotografías en una revista de celebridades; los accesorios que Kassandra vuelca sobre el escenario y hacen alusión a su labor como trabajadora sexual; o el hecho de ser una sobreviviente de un conflicto bélico. El bar donde Kassandra espera la llamada de un cliente puede estar ahora mismo al borde de cualquier carretera.

Al final, en el rostro de la Kassandra de Ysmercy Salomón vemos la huella de la imperiosa necesidad de repetirse “mañana será otro día”. Fotografía: Julio de la Nuez (cortesía de Arca Images).
Cuando Salomón se sienta en la escena final de su último texto, la despedida a sus “amigos” y a los espectadores, notamos que su cuerpo se ha aligerado, su respiración se ha calmado y el ritmo trepidante de las escenas anteriores ha disminuido su intensidad. No hay en este gesto final nada heroico, nada sobresaliente, nada que nos indique que quien nos habla es un personaje de la tragedia griega, no hay máscaras.
En el rostro de Kassandra – en el de Salomón también, acaso ya es el mismo a esas alturas de la función – vemos las marcas de las batallas cotidianas, del ciclo agónico de la supervivencia, de la memoria de una ciudad o de una vida que ya no existen, la huella de la imperiosa necesidad de repetirse “mañana será otro día”.
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