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HAY FUNCIONES DE BALLET Y… ¡FUNCIONES DE ‘GISELLE’!: DOS NOCHES CON EL BALLET CLÁSICO CUBANO DE MIAMI

Written By Orlando Taquechel
February 23, 2024 at 11:50 AM

Un momento de la función de “Giselle” del sábado 10 de febrero en el Miami-Dade County Auditorium. De izquierda a derecha: Alihaydée Carreño (Berthe, la madre de Giselle), Israel Kaique da Silva (Hilarión) y Gretel Batista (Giselle). Fotografía: Simon Soong (cortesía del Cuban Classical Ballet of Miami.).

Antes que nada, se impone hacer un descargo de responsabilidad. Todo cubano amante del ballet y todo amante del estilo cubano tiene un contrato con “Giselle” que contiene una cláusula de asistencia obligatoria. Hay funciones de ballet y… ¡funciones de “Giselle”! Y estas últimas son siempre una prioridad y un acontecimiento. 

Algo que comprobamos cuando asistimos al Miami-Dade County Auditorium (MDCA) para disfrutar de las dos presentaciones de la “Giselle” del Cuban Classical Ballet of Miami (CCBM), bajo la dirección artística de Eriberto Jiménez, donde nos encontramos con un teatro repleto de rostros con la mirada ávida por acumular nuevos recuerdos, viejos conocidos ansiosos ante la inminencia del reencuentro y espectadores primerizos interesados en descubrir a qué se debe tanto alboroto. 

María Eugenia Herrera (Giselle) y Jorge Óscar Sánchez (Albrecht) en el pas de deux del primer acto de “Giselle”, el viernes 9 de febrero en el Miami-Dade County Auditorium. Fotografía: Simon Soong (cortesía del Cuban Classical Ballet of Miami.).

La noche del viernes, la primera bailarina panameña María Eugenia Herrera fue Giselle y Jorge Óscar Sánchez (en Estados Unidos desde 2014, ahora con el Washington Ballet) fue Albrecht. Ambos, fueron secundados por Israel Kaique da Silva como Hilarión y Mayrel Martínez (integrante de Dimensions Dance Theatre of Miami) como Mirtha, la reina de las Willis. Las willis son los fantasmas de jóvenes vírgenes que fallecieron antes de poder contraer matrimonio, deambulan por los bosques en busca de venganza y obligan a los hombres a bailar hasta morir de agotamiento. Participaron también bailarines del Youth Ballet de Panamá y del Sanctuary of the Arts Choreographic Ensemble.

Y como la cereza del pastel, el regreso a escena de la primera bailarina cubana Alihaydée Carreño -Giselle extraordinaria en su momento- interpretando a Berthe, la madre de la joven aldeana cuyo nombre identifica a este ballet-pantomima (expresión que sirve para definir este tipo de espectáculo coreográfico narrativo), obra maestra del repertorio romántico, estrenada originalmente -con éxito inmediato- el lunes 24 de junio de 1841 en París, Francia. 

Escena del primer acto de “Giselle”, la noche del sábado 10 de febrero en el Miami-Dade County Auditorium. Fotografía: Simon Soong (cortesía del Cuban Classical Ballet of Miami).

Al día siguiente, el rol de Giselle estuvo a cargo de la joven bailarina cubana Gretel Batista, desde el 2019 con el Houston Ballet. No hubo otro cambio en el elenco. La primera noche dio la impresión de ser todavía un trabajo en proceso, pero la segunda noche nos permitió apreciar sus aciertos. 

Esta nueva versión de “Giselle”-ligeramente reorganizada y algo simplificada- es un trabajo diáfano y complaciente (lo que falta no se echa de menos y lo que se ha cambiado no molesta), que avanza sin tropiezos, tiene momentos muy hermosos y termina de manera inspirada.

Los intérpretes del pas de trois de los campesinos del primer acto de “Giselle”. De izquierda a derecha: Eleni Galas, Wilhelm Josué Gómez y Natalie Álvarez. Fotografía: Simon Soong (cortesía del Cuban Classical Ballet of Miami).

En la época del primer “Giselle”-con la coreografía de Jean Coralli y Jules Perrot, que el programa de mano afirma le sirve a Eriberto Jiménez como punto de partida- el libreto era lo primero, se daba a conocer incluso antes del estreno de la obra, y la música para ballet más apreciada era aquella que mejor describía los estados de ánimo y las acciones dramáticas presentes en la obra. 

Para comprobarlo, solo cierre los ojos y escuche la música de Adolph Adam.

Cierre del primer acto de “Giselle” en la versión de Eriberto Jiménez para el Cuban Classical Ballet of Miami. Al centro: Alihaydée Carreño (Berthe, madre de Giselle), Gretel Batista (Giselle) y Jorge Óscar Sánchez (Albrecht). En la esquina derecha: Fernando Lezcano (Wilfred) y, arrodillado, Israel Kaique da Silva (Hilarión). Fotografía: Simon Soong (cortesía del Cuban Classical Ballet of Miami).

Aun así, cuando se trabaja con artistas invitados, es inevitable que cada uno traiga sus propias ideas sobre la manera de hacer su personaje y se sienta más seguro bailando una versión coreográfica ligeramente diferente.

En este contexto, el comportamiento premonitorio de la Giselle elegante y evasiva de María Eugenia Herrera y su ocasional desapego a los dictados de la música, son elementos que dificultan la lectura de sus intenciones como actriz en el primer acto. Su distante sobriedad expresiva en el segundo es un acierto y la impresión final es favorable en su conjunto.

Gretel Batista (Giselle) y Jorge Óscar Sánchez (Albrecht) en el pas de deux del segundo acto de “Giselle”. Fotografía: Simon Soong (cortesía del Cuban Classical Ballet of Miami.).

Por su parte, la Giselle de Gretel Batista es una criatura efervescente y empática que conquista al público desde su primera aparición. Su escena de la locura es un lamento elegíaco y su segundo acto deslumbra por su exquisita resiliencia. Sabemos lo que va a pasar, pero la musicalidad de su idiosincrasia desenvuelta transforma lo predecible en inédito y lo habitual en sorpresa. 

Algo que también puede decirse de Jorge Óscar Sánchez, que se proyecta íntegro como partenaire, estupendo en sus solos y contundente en el logro de dos caracterizaciones impecables: villano enamorado en el primer acto y antihéroe romántico arrepentido en el segundo. 

María Eugenia Herrera (Giselle) y Mayrel Martínez (Mirtha, Reina de las Willis) en el segundo acto de “Giselle”. Fotografía: Simon Soong (cortesía del Cuban Classical Ballet of Miami.).

El regreso a escena de Alihaydée Carreño en un rol que es terreno inexplorado por otras ex primeras bailarinas de fama, es el acontecimiento que hace de esta temporada de “Giselle” un hito histórico. Con ausencia absoluta de ego y demostrando una encomiable pasión por su arte, Alihaydée consigue con maestría, establecer el prototipo de una madre de autenticidad conmovedora que por siempre estará asociado a su persona.

Otras actuaciones individuales destacadas fueron la de Israel Kaique da Silva (un Hilarión casi quijotesco) en el primer acto y la de Mayrel Martínez (una presencia de aplomo escalofriante) en el segundo.  El pas de trois campesino del primer acto que bailaron Natalie Álvarez, Eleni Gialas (ambas son excelentes como las dos willis solistas del segundo acto) y Wilhelm Josué Gómez (siempre se agradece cuando un joven talento se entrega al alarde virtuoso) fue uno de los momentos más disfrutables de toda la puesta en escena. 

Escena del segundo acto de “Giselle”, la noche del sábado 10 de febrero en el Miami-Dade County Auditorium. Fotografía: Simon Soong (cortesía del Cuban Classical Ballet of Miami).

Lamentablemente, también en el primer acto, los supuestos miembros de la nobleza se comportaron apenas como aristócratas vanidosos y esnobs. El cuerpo de baile sobresalió por su entrega extrovertida en el primer acto y por su atención al trazo coreográfico en el segundo. En ocasiones no alcanzó la limpieza requerida pero al público pareció no importarle.

De todas formas, lo más significativo de estas dos noches inolvidables con “Giselle” es que hicieron rememorar las funciones en el teatro García Lorca de La Habana en su época de gloria y resucitar la experiencia de una audiencia eufórica en una función de CCBM. Definitivamente, estas son buenas noticias para los amantes del estilo cubano y para Eriberto como director artístico y coreógrafo.

Un Jorge Óscar Sánchez de honestidad deslumbrante en el finale de la “Giselle” inolvidable del Cuban Classical Ballet of Miami. Fotografía: Simon Soong (cortesía del Cuban Classical Ballet of Miami).

Las palabras final y finale parecen decir lo mismo, pero un finale solo aparece cuando en la parte final de su actuación, un intérprete se crece, se transforma y nos deslumbra, proyectando lo que está sintiendo y pensando su personaje. En la última escena de la “Giselle” de CCBM, Jorge Óscar Sánchez lo consiguió ambas noches con honestidad deslumbrante.

Cuando su Albrecht avanza devastado hacia proscenio, mientras el telón del teatro inicia su descenso y el público estalla en gritos y aplausos, lo que estamos presenciando es la validación imperecedera del esfuerzo de Giselle por salvarle la vida. 

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