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La New World Symphony inaugura su temporada con una declaración de principios

Written By Sebastián Spreng
October 10, 2025 at 10:28 AM

Stéphane Dèneve, la New World Symphony (NWS) y la imponente imagen del monumento a Lincoln en Washington D.C. en las pantallas. Fotografía: Alex Markow (cortesía de NWS).

El puntapié inicial de la temporada 2025-26 de la New World Symphony (NWS) tuvo rasgos tan inusuales como únicos. 

No se trató solo de un espléndido concierto, sino de una notable declaración de principios que fue ganando intensidad a medida que avanzó la velada. Una noche memorable por su significado y proyección, que trascendió los límites meramente musicales. 

En síntesis, otra oportunidad para constatar a la música como noble mensajera del espíritu humano. Un momento de afirmación, de confianza en la superación constante y de reflexión sobre cómo lograrla y mantenerse íntegros en un mundo caótico.

Stéphane Denève abrió la velada con la “Fanfarria para el hombre común” de Aaron Copland, obra siempre bienvenida que sonó solemne y a la vez accesible, ejecutada al aire libre en el SoundScape Park, engalanado con un extraordinario flamante sistema de sonido. Denève sorprendió brindando cálida bienvenida a los asistentes del primer Wallcast de la temporada.

Ya en la sala Michael Tilson Thomas, tuvo lugar el debut oficial del nuevo becario de dirección orquestal, Zewei Ma, quien condujo con aplomo “Chuphshah! Harriet’s Drive to Canaan” de James Lee III. Este retrato musical de la abolicionista —y ex esclava— Harriet Tubman, vista como una suerte de Moisés, utiliza el término hebreo chuphshah para evocar el camino hacia la libertad.

El compositor combina hábilmente frases musicales de diversas fuentes —himnos, spirituals y canciones populares— y, mediante contrastantes contrapuntos, pinta un vívido retrato de la heroína y su época.  Y el joven Ma navegó con pericia estas exigencias al frente de la Academia Orquestal de América, integrada por treinta y siete nuevos becarios, detalle a destacar por el  de destacable nivel en esta primera presentación.

Stéphane Dèneve, el actor Joshua Malina y la New World Symphony (NWS). Fotografía: Alex Markow (cortesía de NWS).

Beethoven aportó implacable fuego sagrado a la segunda mitad del programa con su Tercera Sinfonía, “Heroica”, esa arrolladora obra del albor del siglo XIX que cambió la historia de la música. Su creador, surgiendo heroico del abismo personal, logra un coloso sonoro en gesto de sobrehumana superación. En la sublime Marcha fúnebre “a la muerte de un héroe”, introduce por primera vez en el género sinfónico la noción de muerte y conmemoración —como señala Lewis Lockwood—, y al borrar furibundo la dedicatoria a Napoleón para sustituirla por “A la memoria de un gran hombre”, convierte la obra en un espejo universal: cada oyente es el héroe llamado a forjar su propio destino.

Denève, en plena sintonía con el corte filosófico del programa, condujo una versión de intención febril e intensidad controlada, con rasgos historicistas, texturas elementales y aristas poco frecuentes. La Marcha fúnebre llegó como un bálsamo: una solemne y dulce invitación al sueño eterno, mientras la célebre coda volvió a encender el fuego prometeico que da origen a toda la sinfonía.

Antes de la “Heroica”, la orquesta presentó el “Retrato de Lincoln” de Copland, obra clave en la identidad musical estadounidense. La elección de interpretarla en este contexto resultó profundamente simbólica, haciéndose eco de las palabras de la historiadora Kaylyn Sawyer:

“Se ha presentado para celebrar victorias de la democracia, para consolar en tiempos de conflicto, para inspirar hacia la grandeza y para exhortar a la acción cuando sus principios se han visto amenazados. Lejos de ser una obra patriótica superficial, Lincoln Portrait es un poderoso monumento musical, recibido por audiencias que comparan la grandeza de Lincoln con la historia de una América que lucha por vivir conforme a sus ideales de libertad e igualdad.”

Encargada a Copland por André Kostelanetz tras el ataque a Pearl Harbor —el compositor inicialmente pensó en un retrato de Walt Whitman—, la obra describe en tres secciones la personalidad de Lincoln, su tiempo y la fatalidad que lo acechaba, valiéndose de motivos propios junto a himnos y baladas populares. Es un verdadero “melting pot” sonoro, fascinante y significativo, que refuerza la visión de Lincoln como “hombre común”, en hermandad espiritual con la fanfarria que abrió el concierto.

El “Soundscape Park”, Stéphane Dèneve y la New World Symphony (NWS). Fotografía: Alex Markow (cortesía de NWS).

El “Retrato de Lincoln” se estrenó en 1942 por Kostelanetz y la Orquesta de Cincinnati y ha gozado de un recorrido triunfal. Si en los años cincuenta fue menos interpretada por las investigaciones políticas a Copland, pronto recuperó su lugar como una de las más poderosas referencias de la música americana.  La lista de recitadores que la han interpretado impresiona: Marian Anderson, Henry Fonda, Paul Newman, Katharine Hepburn, Maya Angelou, James Earl Jones, Coretta Scott King, el propio Copland, y hasta varios presidentes —Carter, Ford, Bush, Clinton y Obama.

En esta ocasión, la New World Symphony contó con el actor Joshua Malina (“West Wing”), impecable en su recitado: sobrio, claro y profundo, evitando el énfasis teatral para revelar la fuerza del texto, nunca tan pertinente como hoy.

Denève, enfrentado a la imponente imagen del monumento a Lincoln en Washington D.C. proyectada en las pantallas, cinceló este “monumento musical” con fervor apasionado pero contenido. Supo graduar la intensidad sin caer en grandilocuencias, permitiendo que la música complementara y amplificara la fuerza moral del discurso.

Las palabras de Lincoln, afortunadamente proyectadas sobre las pantallas, apuntaron a un público absorto para resonar con estremecedora actualidad:

“Conciudadanos, no podemos escapar de la historia. Nosotros, los de este Congreso y esta administración, seremos recordados a pesar de nosotros mismos. La dura prueba que atravesamos nos iluminará, en honor o deshonra, para la nueva generación. Tenemos el poder y la responsabilidad… Así como no quisiera ser esclavo, tampoco quisiera ser amo. Esto expresa mi idea de democracia. Cualquier diferencia, en la medida de la diferencia, no es democracia.”

Un mensaje universal que trasciende fronteras y tiempos, invitando a redescubrir al gran presidente americano. 

Así, la New World Symphony inauguró su temporada con una velada de profundas resonancias, merecedora de la ovación final y del ferviente deseo de seguir escuchando —y haciendo valer— las palabras y los ideales de “Honest Abe”.

Los próximos conciertos de la New World Symphony son “Chamber Music: Farrenc + Barber”, el domingo 12 de octubre; “The Best of John Williams”, el sábado 18 de octubre, y “Denève: Price and Tchaikovsky”, el 25 y 26 de octubre.

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