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Nace en Miami el Ballet Iberoamericano 50 PLUS 

Written By Orlando Taquechel
August 6, 2025 at 10:49 PM

El Ballet Iberoamericano 50 PLUS tuvo su presentación oficial el martes 29 de julio en el Miami Hispanic Cultural Arts Center (MHCAC). En la foto (de izquierda a derecha) aparecen, celebrando el acontecimiento, Adanisa Almeida, María Gracia Briceño, Keyla Ermecheo y Elizabeth Irausquín. Fotografía: archivo personal de K. Ermecheo (cortesía).

A la inolvidable primera bailarina inglesa Margot Fonteyn (1909-1991) se le atribuye haber dicho “la primera noche es el peor momento posible para hacer una crítica rápida y dura: el bebé nunca luce lo mejor posible el día que nace”.

Esa es una reflexión que viene al caso al reseñar la actividad colateral del 30° Festival Internacional de Ballet de Miami (IBFM) titulada “La Magia del Cuerpo en Escena”, que se anunció como conferencia y resultó ser un festejo ad hoc para dar a conocer a un recién nacido.

Pero hay que reconocer igualmente que la celebración fue un éxito de público, con una asistencia que superó con creces las expectativas. Así las cosas, esta presentación debe ser considerada como un acierto en la programación del evento.

El recién nacido es el Ballet Iberoamericano 50 PLUS. El proyecto más reciente de la reconocida bailarina, maestra, coreógrafa y directora artística venezolana Keyla Ermecheo (Caracas, 1942), que es fruto de su colaboración de un poco más de dos años con el Miami Hispanic Cultural Arts Center (MHCAC), que dirige Eriberto Jiménez, también director ejecutivo y artístico del IBFM.

El director de teatro Eduardo Pardo y la maestra Keyla Ermecheo en la introducción a la presentación del Ballet Iberoamericano 50 PLUS. Fotografía: Simón Irausquín (cortesía).

“El Ballet Iberoamericano 50 PLUS es un método”, afirma su creadora. “Un sistema de aprendizaje para mujeres de 50 años en adelante, que pudieron haber bailado alguna vez o que desean bailar. Mujeres que quieren mantener su cuerpo, quieren tener una buena postura y una actitud positiva cuando se desplazan, cuando se mueven ante su día a día. Esa es la idea”.

“Es un método”, explica la maestra, “que tiene requisitos muy específicos, porque después de los 50 años tú eres una persona que ya ha tenido accidentes y lesiones traumáticas… Y está pensado para esas mujeres que a esta edad son capaces de cuidarse de manera consciente, que tienen una rutina semanal quizás de ejercicios aeróbicos, Pilates o yoga y que van a un gimnasio”.

Y concluye, “ejercitarse por este método no les impide seguir haciendo lo que hacían. En realidad, es todo lo contrario, es un complemento”.

Ejercicios en la barra dirigidos por la Maestra Keyla Ermecheo (al fondo, junto al piano) y (de izquierda a derecha) las bailarinas Elizabeth Irausquín, Adanisa Almeida y María Gracia Briceño. Fotografía: Simón Irausquín (cortesía).

La cita era a las 8 de la noche, pero acomodar la avalancha de personas interesadas en la presentación consumió un tiempo considerable. Una vez sentados todos —bueno, casi todos —, la sesión comenzó con Jiménez describiendo las actividades del centro e invitando a los presentes a participar.

Inmediatamente después, le tocó el turno al director de teatro Eduardo Pardo, con una breve intervención sobre las particularidades de la magia inherente a la danza escénica. Pardo ha contribuido al entrenamiento actoral de las bailarinas que participaron en esta primera actuación.

Seguidamente, la maestra Ermecheo describió someramente lo que veríamos a continuación. En esencia,  una muestra de ejercicios de barra (“lo que hice fue reducir a 10 minutos una clase de 40 minutos para hacer esta pequeña demostración”), seguida de una serie de ejercicios creativos utilizando música iberoamericana y guiados por ella (“para sacar ese artista, esa esencia y esa espontaneidad de movimientos que todos llevamos dentro”).

La bailarina Adanisa Almeida armonizó con la línea melódica de la famosa canción “La Foule” de Édith Piaf. Fotografía: Simón Irausquín (cortesía).

En su discurso, la maestra mencionó, en más de una ocasión, al método académico de enseñanza de ballet conocido como la técnica Vaganova, siempre con admiración y respeto (“yo creo que es la más apropiada por el hecho de que me interesa mucho trabajar el porte desde la cintura hacia arriba, el trabajo de cuello, de los hombros y de los brazos, que es tan femenino”). Pero para los puristas debe haber sido difícil identificar la manera de hacer de la maestra rusa en lo que vimos.

Ermecheo lo explica de la manera siguiente, “es una combinación de Vaganova con la técnica que he desarrollado en mis más de 50 años de experiencia como maestra, formando bailarines y descubriendo talento”.

“Yo francamente”, agrega como comentario al margen, “ya no quiero ni hacer coach para bailarines profesionales ni enseñar niñas pequeñas, ya yo pasé por todas esas etapas y mi escuela en Venezuela fue pionera en muchos aspectos. Ahora quiero dejarle a Eriberto [Jiménez] algo especial”.

La bailarina María Gracia Briceño bailó con soltura un afable vals venezolano. Fotografía: Simón Irausquín (cortesía).

Curiosamente, la mayor parte del público presente no tenía idea de lo que implica una clase de ballet o de cómo comportarse cuando usted es invitado a presenciar una, y al finalizar cada secuencia de pasos, algunos estallaban en aplausos con singular alegría.

En ocasiones, a los aplausos se unían exclamaciones de admiración, sobre todo cuando se presentaron los solos que integraron la parte artística de la noche, y fueron ejecutados con innegable honestidad interpretativa por tres carismáticas ex bailarinas que en todo momento parecen estar dispuestas a recuperar el tiempo perdido.

La primera fue Adanisa Almeida y lo hizo en armonía con la línea melódica de la famosa canción “La Foule” de Édith Piaf, basada en el vals peruano “Que nadie sepa mi sufrir”, compuesto en 1936 por los argentinos Ángel Cabral y Enrique Dizeo.

La segunda fue María Gracia Briceño, bailando con soltura un afable vals venezolano, y la tercera fue Elizabeth Irausquin, que sobresalió por su divertida indulgencia sensorial al bailar —y actuar— un conocido baile tradicional venezolano que imita el movimiento de lavar la ropa con el manduco.

La bailarina Elizabeth Irausquín sobresalió por su divertida indulgencia sensorial. Fotografía: Salvador Gómez (cortesía).

A continuación, las tres se unieron para bailar una escurridiza rutina a partir del archiconocido “Bolero” de Maurice Ravel (“una propuesta coreográfica dirigida por mí, aprovechando movimientos que ellas han desarrollado en las clases con ejercicios con pañuelos”, puntualiza Ermecheo) y, tras una breve pausa, se despiden con el “On Broadway” de Tito Puente, donde tienen la oportunidad de jugar a ser coristas en una revista musical.

Ermecheo nació en el seno de una familia muy musical (sus progenitores fueron el compositor Luis Alfonso Larraín y la cantante Elisa Soteldo) y eso se nota en su informada selección de la música utilizada en el programa, donde es evidente que la inclusión de cada estilo tiene una función instructiva dentro del método.

(De izquierda a derecha) Elizabeth Irausquin, María Gracia Briceño, Keyla Ermecheo y Adanisa Almeida agradecen el aplauso entusiasta del público. Fotografía: Salvador Gómez (cortesía).

En este contexto, los aciertos interpretativos individuales se destacan principalmente por su candor y hay un largo camino por recorrer, pero este recién nacido no exento de atractivo —aunque estemos de acuerdo con la Fonteyn— llega al mundo de la danza “con una cuchara de plata en la boca”, como dirían nuestras abuelas.

Las circunstancias y el lugar donde naces tienen un impacto innegable en tu vida y ser recibido con tanto amor no es poca cosa.

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