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El encanto irresistible de STYX The Company y la música descriptiva del ballet clásico.

Cierre eufórico y ovación de pie (confeti incluido) para la exitosa presentación de STYX The Company en el Seminole Theatre en downtown Homestead. Foto: Captura de pantalla del vídeo tomada por el autor (cortesía).
La música descriptiva que acompaña a los ballets clásicos está llena de sugerencias para el coreógrafo, los intérpretes y el espectador. Fue compuesta con esa intención y si usted la escucha con atención y cierra los ojos, le será fácil visualizar el trazo coreográfico y las intenciones que enriquecen su ejecución.
El vals de Swanilda en “Coppelia” y el primer encuentro del Príncipe Sigfrido y Odette en “El Lago de los Cisnes” – o los famosos 32 fouettés de Odile – son logros imperecederos que no habían admitido hasta hoy sustitutos en la memoria colectiva de los amantes del ballet.

Los bailarines de STYX The Company en “Not a Ballet”, coreografía de Brianna Campbell y Mika Santo. Fotografía: Juan E. Cabrera (cortesía de STYX The Company).
Pero todo cambió el pasado 18 de enero cuando STYX The Company, la agrupación fundada y dirigida por Brianna Campbell y Mika Santo, se presentó con un programa titulado “Not a Ballet” (en español, “No es un Ballet”) en el Teatro Seminole de Homestead.
La música de Pyotr Ilyich Tchaikovsky para “El Lago de los Cisnes” hizo entonces una inusitada aparición al final de la espléndida obra de grupo de Brianna y Mika que le da nombre al programa y abre la función.
Esa segunda obra con música de Tchaikovsky se titula “El cisne caido” y tiene coreografía de Daniela Cepero. La pieza comienza con seis bailarinas vestidas de blanco que entran arrastrándose, se levantan y bailan, inmersas en un estado de ánimo heredado de Isadora Duncan.
Nota al margen: Hay algo para todos los gustos en el programa, incluyendo hip hop , danza moderna, danza comercial, danza expresiva, teatro musical, ballet, danza contemporánea y ballet contemporáneo.

Las bailarinas de STYX The Company en “Fallen Swan”, coreografía de Daniela Cepero. Fotografía: Juan E. Cabrera (cortesía de STYX The Company).
La fe y el sentido de la verdad de sus intérpretes es fundamental para apreciar las sutilezas puestas en juego por Cepero, y “El cisne caído” agrada como ejercicio de delicadeza sui generis. Pero es mucho más que eso, y pronto descubrimos que es también el primer asalto a la memoria de las lecturas establecidas por los grandes coreógrafos del pasado.
Ya para entonces, Brianna y Mika -como ‘curadoras’ de un programa que incluye ocho coreógrafos y 15 obras- han establecido tres recursos que contribuirán a la eficacia comunicativa de toda la propuesta: la complicidad de la luces, la identidad monocromática en el vestuario (rojo en “Not a Ballet”, blanco en “The Fallen Swan”) y el manejo de los grupos como si se tratara de un ejército bien entrenado.

Mika Santo en “Loophole”, coreografía de Jade Mesa. Fotografía: Juan E. Cabrera (cortesía de STYX The Company).
La transición entre estas dos primeras obras nos descubre un cuarto recurso: “Not a Ballet” (el programa) es en realidad un concierto de escenas entrelazadas. Los bailarines de la escena que termina comparten el escenario por un breve instante con los bailarines de la siguiente y estos incluso colaboran en el desenlace del trabajo que les ha precedido. No hay apagón entre las coreografías y las escenas se definen -como en el teatro- por la entrada y salida de los intérpretes.
Todos son trabajos que bien merecen reseñas individuales porque son poseedores de una extraña cualidad: son inmunes a un análisis basado en gustos y méritos. Con frecuencia, al rememorar una actuación, pensamos que tal vez era mejor haberlo hecho de otra forma, pero el encanto irresistible de STYX The Company consigue hacernos sentir la necesidad de admitir sin reparos lo que hacen.

Daniela Cepero en “Arms of the Carriage”, coreografía de Brianna Campbell. Fotografía: Juan E. Cabrera (cortesía de STYX The Company).
En este contexto, baste mencionar que los solos que interpretan Mika (“Loophole”, coreografía de Jade Mesa y música de Biosphere) y Brianna (“Forgetting Coda”, coreografía de Rachel Abelenda, con música de Kendrick Lamar y Jay Rock) funcionan a la perfección como “material especial” al servicio del talento inmenso de ambas.
Por su parte, el oficio detrás de las obras de grupo es formidable. Dos coreografías de Mika, “Monkey Barre” (con música de Caleb Arrendo y Lou Reed) y “Dress Code” (música de Yaeji), lo demuestran con creces.
STYX The Company recurre también con frecuencia a la comicidad pero evade tanto el humor crudo como el humor negro. Su objetivo parece ser dibujar una sonrisa agradecida en el rostro del espectador y lo logra con una mezcla de humor absurdo y humor blanco, como es el caso del adorable “I am Plant” de Brianna, donde sobresalen como comediantes Rachel Abelenda y Clarissa Castañeda.

Los bailarines de STYX The Company en “Not a Variation”, coreografía de Brianna Campbell. Fotografía: Juan E. Cabrera (cortesía de STYX The Company).
Pero es la peculiar idiosincrasia de sus respuestas a las sugerencias de la música descriptiva de Ludwig Minkus, Delibes y Tchaikovsky lo que hace de este programa un logro creativo de excepción. STYX The Company parece haberle dado a sus bailarines una indicación básica, “hagan lo que sientan con esa música” y en todos los casos, el resultado es un festejo.
Tomemos, por ejemplo, la excelente segunda parte del programa que abre con “Arms of the Carriage” (“Los Brazos del Carruaje”) un solo concebido por Brianna Campbell con música de Minkus, donde los brazos de Daniela Cepero son los que interpretan la variación de Kitri del pas de deux del tercer acto de “Don Quijote”, mientras permanece en proscenio de espaldas al público.

Brianna Campbell en “Forgetting Coda”, coreografía de Rachel Abelenda. Fotografía: Juan E. Cabrera (cortesía de STYX The Company).
A continuación, en “Not a Variation” (“No es una Variación”) reconocemos la música de “Paquita” (Minkus), “Don Quijote” (otra vez) y “La Bella Durmiente” de Tchaikovsky, pero el fascinante malabarismo coreográfico de Brianna es todo suyo.
Es un suceso sísmico incuestionable que -al menos para los que estuvimos en esta función- la música de Tchaikovsky para el primer encuentro de Odette y el Príncipe Sigfrido en “El Lago de los Cisnes” la vayamos a recordar, a partir de ahora, asociada igualmente al desempeño de las seis aprendices de la compañía en el “Swan’s Trance” (“El Trance del Cisne”) de Joaquín Espinosa. Quizás, porque todos hemos querido bailar a Tchaikovsky como nos da la gana.

Rachel Abelenda y Clarissa Castañeda en “I Am Plant”, coreografía de Brianna Campbell. Fotografía: Juan E. Cabrera (cortesía de STYX The Company).
En “La Bayadont” (un título intraducible) le toca el turno al Minkus de “La Bayadère” y como colofón, la música de “El Cascanueces” de Tchaikovsky (vals final y apoteosis) es ilustrada con precisión apabullante por toda la compañía vestida como polichinelas (traje blanco holgado con botones al frente) en una secuencia de cierre absolutamente inolvidable que arrebata a los espectadores y te hace preguntar primero, ¿a quién se le ocurrió esta genialidad?, y luego, ¿quién dice que no se puede alcanzar perfección en la noche de estreno?
Por supuesto, antes de formular la pregunta más incisiva de todas, ¿realmente hace falta un presupuesto enorme para armar un espectáculo con un cierre digno de una superproducción como el de “Not a Ballet”?

Los bailarines de STYX The Company en “The Dress Code”, coreografía de Mika Santo. Fotografía: Juan E. Cabrera (cortesía de STYX The Company).
El sitio web de STYX The Company afirma que son la primera y única compañía profesional de Miami que hace danza comercial de concierto. La verdad es que nadie en los alrededores hace lo que ellos hacen y “Not a Ballet” es prueba fehaciente del mérito de su manifiesto artístico.
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