Una perspectiva gráfica de Botero en el Museo de Arte Contemporáneo de Doral

Cuando se habla de Fernando Botero, nos vienen a la mente sus lienzos o esculturas poblados por entrañables personajes de formas voluminosas y rara sensualidad. Sin embargo, el mundo único del gran artista colombiano va mucho más allá de la esfera tridimensional, y también marca una impronta en la gráfica publicitaria. Eso lo demuestra la exposición “Fernando Botero: la evolución de un maestro”, inaugurada en el Museo de Arte Contemporáneo de Doral (DORCAM) radicado en la ciudad que le da su nombre, y que estará abierta al público hasta el 30 de junio.

La antología gráfica, organizada por DORCAM en coordinación con Enrique Michelsen Collection, Adriana Meneses Art y David Restrepo Art, está compuesta por cuarenta y cinco carteles artísticos publicitarios, en los que Botero navega a toda vela por un género que, independientemente de su riqueza intrínseca, se ha considerado injustamente como “arte menor”. Quiero añadir que fue presentada previamente en las ciudades de Long Beach, California; Las Vegas, Nevada; y Dinard, Francia.

Esta exposición es un hito importante para nosotros, pues raramente se encuentra una colección tan extensa sobre un tema específico con tantas piezas únicas”, afirma Marcelo Llobell, director de DORCAM y co-curador de la muestra. “Como institución, es un privilegio poder exponer este tesoro privado al público en general”.

Pero hay otro nombre tras esta muestra gráfica a cuya generosidad se debe en gran medida la puesta en marcha del proyecto. Se trata del empresario e investigador Enrique Michelsen, que con paciencia, insistencia y tenacidad, ha logrado crear una impresionante colección de más de trescientos carteles publicitarios, que comenzara en los años setenta.

Desde entonces, Michelsen se dedicó incansablemente a esta vertiente de la obra del artista, hasta convertirse en un auténtico estudioso de Botero, una devoción que lo llevó a compilar los carteles en “Botero Posters. Monte-Carlo”, un libro fascinante publicado en 1994 y posteriormente en 2002, prácticamente agotado, donde se aprecian diversos carteles alegóricos a exposiciones en todo el mundo, espectáculos de ópera y teatro, e incluso la ilustración de portada de la revista “Time” de 1995.

“En realidad es una pequeña retrospectiva del trabajo del pintor, pues conservo una enorme cantidad de carteles atesorados durante décadas”, añade Enrique Michelsen. “El propósito fundamental de esta exposición, en la que hay carteles procedentes de casi todo el mundo, es resaltar que, si bien la importancia de Botero es algo que todos conocemos, no podemos imaginarnos lo internacional que es”.

La temática presente en los carteles (que van desde el libro hasta el gran formato), siguen fieles al universo figurativo pleno de colores y volúmenes que caracteriza y define a Botero, y persisten en la expresión de su amor por la tauromaquia, así como la religión, los desnudos y la naturaleza.

Cada cartel tiene su historia, como el homenaje que quiso hacerle Botero a Mozart para el Festival de Salzburgo de 1991; o el realizado para la presentación de “La hija del regimiento” de Gaetano Donizetti en la Opera de Montecarlo, en 1996. “Es un cartel de edición limitada, pues formó parte del programa que se le entregó a los abonados del teatro”, recuerda Michelsen. “Otro detalle importante es que Botero llevó a cabo el diseño de vestuario y escenográfico”, agrega.

Seguir los pasos de los cuarenta y cinco componentes de esta selección personal de Michelsen es asistir a la evolución de Botero en las artes gráficas, así como a la del arte de la comunicación y del diseño gráfico. También nos ofrece una perspectiva diferente de su carrera que lo une a Toulousse-Lautrec, Daumier o Manet, quienes dedicaron lo más genuino de su trabajo a un público general que no tenía acceso a galerías y museos.

Aunque resulta difícil llevar a cabo una selección entre tanta obra gráfica, esta exposición antológica resume con éxito la trayectoria del artista y sus múltiples intereses, plasmado en carteles que abarcan desde el ya citado del Festival Mundial de Teatro en Nancy; piezas de casi dos metros de altura para colocar en las calles, o el impreso en la carátula de un libro de la Opera de Montecarlo, con edición limitada a cien ejemplares para los abonados.

“Fernando Botero: la evolución de un maestro” es, más que una exposición, una revelación, una perspectiva diferente, pero en continuidad, de la obra de “el más colombiano de los artistas colombianos”, que cumple noventa años en abril, y sigue produciendo con la misma inspiración de siempre. Como cualquiera de sus cuadros o esculturas, estos carteles magníficos son, como ha explicado Botero, “una exaltación de la vida”.

“La colección que comenzó como un pasatiempo, es ahora el documento de la vida de Fernando Botero. Mirando sus pósters el observador se da cuenta de la magnitud de la carrera del artista. Todos saben lo importante que es Botero, pero solo con el contacto visual con sus pósters se logra dimensionar su extraordinaria presencia en el mundo del arte”, concluye Michelsen.

DORCAM es una institución cuya misión es propulsar al mundo del arte en un contexto contemporáneo del siglo XXI, con un espíritu inclusivo de artistas en diferentes disciplinas y oficios, aportando a la comunidad exposiciones siempre cambiantes que fortalezcan la unidad social y alienten la diversidad y comprensión que fomenten el diálogo abierto, el intercambio libre de ideas, y el aprendizaje con programas educativos. Entre sus exposiciones previas figuran “South Florida Women Artists at Large”; “Manolo Valdés. The Legacy”; “Celia Ledón Project”; “Miquel Salom Photography Exhibition” y “Children of the Diáspora”, entre otras.

“Fernando Botero: la evolución de un maestro”. Abierta al público hasta el 30 de junio. Museo de Arte Contemporáneo de Doral (DORCAM) en CityPlace Doral, 3535 NW 83 Ave. Ste. 115. 305-209-5094. Más información en info@dorcam.org, o en https://dorcam.org/home

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