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Van Gogh, el holandés errante recala en Miami
“…la vista de las estrellas siempre me hace soñar” – Vincent Van Gogh. Fotografía: Sebastián Spreng (cortesía)
La obra de Van Gogh ha sido, es y será adictiva, su vigencia asoma en tsunamis cíclicos que inundan las noticias de cuando en cuando, sea película, libro, recopilación de cartas, exhibición o la consabida venta que rompe records en subastas. Su permanencia la sustenta la verdad que emana de cada pincelada. Alguien dijo que “La voz de Callas es una herida que entrega fuerzas vitales” y lo mismo puede afirmarse del trazo de Van Gogh, otra prueba de que lo genuino fascina con las mejores armas generando sana adicción, origen de la eternidad de su obra.
Hace treinta años, Akira Kurosawa irrumpía con esta suerte de genial insolencia; dando el puntapié inicial a esta aventura, quizás sin querer. En el capítulo “Cuervos” de su película “Sueños”, el visitante al museo se detiene frente a pinturas del holandés. De repente, está inmerso en ellas, camina por los paisajes, encuentra al artista (Martin Scorsese) que le dice “Me queda tan poco tiempo y tengo tanto que pintar”. Una experiencia tan maravillosa como conmovedora cuando al final del viaje, frente a aquel último espeluznante trigal con cuervos agoreros sólo atina, respetuoso, a quitarse el sombrero. En diez minutos, matizados por un preludio de Chopin, Kurosawa rinde ejemplar tributo al artista cincelando una escena capital de la cinematografía realizada con tecnología en aquel momento asombrosa.
Si Kurosawa fue el disparador de proyectos similares, el más conocido es el largometraje “Loving Vincent” de 2017, que explora las circunstancias de su muerte a través de miles de fotogramas en movimiento con la colaboración de cien artistas imitando sus pinturas para una obra maestra de la animación.
A partir del director japonés, las apropiaciones de sus imágenes en movimiento serán muchas -incluido Woody Allen y la serie “Emily en Paris”- pero la apoteosis llega con “Beyond Van Gogh: an Immersive Experience”, una propuesta artística de visos obviamente comerciales diseñada por el canadiense Mathieu St. Arnaud llevando la desmesura al límite y sumándose a una corriente innovadora de revivir capolavoros de la pintura en tamaños habitables provistos de animación. Tanto Van Gogh (hay al menos cinco versiones todas con títulos semejantes) como Klimt, Dalí y los impresionistas (“Lasting Impressions”, del 19 de mayo al 16 de junio en el Arsht Center) concitaron un emprendimiento exitoso donde no es descabellado imaginar a Hockney, Pollock y otros en ediciones venideras.
Beyond Van Gogh in Miami: An Immersive Experience
En amplios espacios y proveyendo refrescante brisa pictórica, este tipo de instalación-gigantografía viene como anillo al dedo al principio de la era post-pandemia, es antídoto ideal al encierro sostenido de meses. Si bien hay un elemento “Disney” que inquietará a puristas, las ventajas superan las objeciones. La sed por la novedad y la sola perspectiva de pasear libremente constituyen un anzuelo certero, así como dejar de reducir la vista a pantallas de computadora o telefónica, al menos por un rato.
La previa a la exhibición consta de una antesala a manera de oscuro túnel con imágenes y textos que invitan a la reflexión e introspección. Impecable. Luego se pasa a la instalación propiamente dicha en un solo vasto predio con algunos paneles divisorios donde aparecen y desaparecen los arremolinados trazos vangoghianos combinándose furiosamente con retratos y autorretratos. La presentación dura unos cuarenta minutos y, más allá de todo reparo, deja una impronta memorable. Es un volver a vivir y que mejor que hacerlo inmersos en los trigales provenzales o contemplando la noche estrellada que aquí titila y parpadea.
La multiplicación de flores, girasoles, cerezos y hojas literalmente lloviendo sobre los asistentes asestan efectivos golpes de teatro. Algún ribete kitsch, por momentos abrumador casi indigestante, de la suma de imágenes resulta en un espectáculo carnavalesco que libera la imaginación para un periplo que nace en la oscuridad, alcanza su apogeo en la luz cenital del sur francés y concluye en la paradigmática noche estrellada moviéndose ominosa, huracanada, esa noche veraniega aparentemente calma no puede apagar la violencia y angustia subyacentes del artista que poco después se suicidaría.
En cuanto a la música ambiental, en instancias acertada en otras excesivamente sentimental, más silencio hubiera invitado a un disfrute más nutritivo. Asunto espinoso, música y pintura pueden ir de la mano, pero la elección y dosificación se antojan esenciales. En este caso, la combinación de recitados, distraen tanto como Ravel con Edith Piaf y Handel con “Vincent”, el tema inmortal de Don McLean, agregando un elemento de distracción exacerbado por un sonido poco feliz; amén del volumen, otro castigo endémico de esta época.
Pero, y en palabras de Van Gogh, más allá del arremolinado desasosiego que lo invadía y que tan bien plasmó, “Hay esperanza en las estrellas”. Esperanzada renovación que se advierte en esta muestra espectáculo, entretenimiento al fin y afortunadamente sustanciosa.
En resumen, si el correo electrónico reemplaza a la carta de puño y letra, y el abrazo virtual al verdadero, son vehículos que proponen otros caminos instantáneos, válidos y efectivos; del mismo modo, “Beyond Van Gogh: an Immersive Experience” no resta sino suma posibilidades, abre una bienvenida puerta a la difusión y a una variante disfrutable en la percepción de la obra de arte post-pandemia. Pasen y vean.
“Beyond Van Gogh: An Immersive Experience”, se presenta en Ice Palace Studios, Wynwood, hasta el 11 de julio. Para más información, visite https://vangoghmiami.
“Lasting Impressions: The 3D LED Experience” se presentará en el Arsht Center del 19 de mayo al 16 de junio. Para más información visite https://www.arshtcenter.org/
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