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Un “Amor Brujo” memorable en clave de flamenco contemporáneo
La danza es un acontecimiento irrepetible y el baile flamenco es una experiencia apasionada. El “Amor Brujo” de Siudy Garrido en clave de flamenco contemporáneo es ambas cosas y mucho más.
Hay una expresión en inglés que viene del francés, no tiene traducción directa al español y significa experimentar sobreabundancia de algo (mucho de donde escoger, dirían otros). La expresión es “embarassment of riches” y es quizas la mejor manera de expresar la impresión que produce el derroche de talento presente en esta nueva puesta en escena. Un trabajo inspirado en la obra de Manuel de Falla que el Siudy Garrido Dance Theater (SGDT) presentó el sábado pasado en el Arsht Center de Miami.
Pero hay que aclarar que lo que define a este “Amor Brujo” memorable es precisamente la autoridad con la que Garrido y Pablo Croce (a cargo de la dirección escénica) logran una producción ajustada y convincente controlando esa sobreabundancia de talento. El resultado final es un trabajo homogéneo que sorprende y deslumbra.
La historia que se narra (la atormentada Candelas, el espectro de su marido, el final feliz) es conocida por todos y la música es reconocible desde el instante en que se escuchan las primeras notas de la Danza Ritual del Fuego. “El Amor Brujo” ha tenido múltiples versiones coreográficas y varias adaptaciones cinematográficas. La propia Garrido lo ha estado bailando con éxito desde 2015 compartiendo el escenario con grandes orquestas.
Sin embargo, dos cosas la transforman ahora en algo nuevo y novedoso. Por primera vez la orquesta no aparece en el escenario y Garrido ha decidido agregarle al inicio una media hora con música original del maestro José Luis de la Paz donde imagina el entierro del marido y presenta los personajes principales de la obra: Candelas, el alma de Candelas, el espectro, Carmelo (enamorado de Candelas) y Lucía (la otra mujer).
Esta es un montaje que parece haber sido pensado en términos de plano secuencia, como si se tratara de una toma única, y el prólogo se enlaza sin problema alguno al resto.
Los minutos adicionales reafirman a Garrido como bailaora soberbia y actriz exquisita, la presentan como una coreógrafa de habilidad impresionante en el manejo de los grupos y la proyectan como una directora artística que sabe lo que quiere y lo que quiere es rodearse de un equipo de primera para lograr eficacia comunicativa con su público.
Un público que abarrotó el Knight Concert Hall en la función que reseñamos, se mantuvo atento de principio a fin, estalló con frecuencia en aplausos acompañados por expresiones de aprobación y despidió a todos los participantes con una larga ovación de pie. A lo que estos respondieron con el acostumbrado fin de fiesta que inevitablemente dejó a los presentes con deseos de ver más.
Garrido es una diva y su presencia domina esta producción con una Candelas destrozada y obstinada, con frecuencia trastornada y otras veces iluminada. Pero nadie puede decir que esto sea algo que dañe el efecto total de la puesta en escena. En este sentido, es asombroso ver como este “Amor Brujo” ampliado consigue seguir siendo un vehículo estelar para Garrido (la intérprete) aún cuando Garrido (la directora) acomoda oportunidades de lucimiento para todos los miembros del elenco.
El maestro de la Paz en la guitarra y Adolfo Herrera en la percusión se encuentran en escena todo el tiempo para acompañar a los ejecutantes y brillar como solistas.
Como el “alma de Candelas”, la voz de la cantaora Argentina López (conocida por muchos simplemente como Argentina) hipnotiza al público desde que se escucha por primera vez. Argentina es una intérprete que evita el floreo abusivo – aún mostrando todo el poder que encierran su garganta y sus pulmones – y proyecta una admirable sobriedad dramática en los momentos en los que interactúa con Garrido. En este contexto, llama poderosamente la atención como su manera de enfatizar la belleza del lenguaje es recibida siempre como un acto de cortesía hacia la partitura que interpreta.
Para ser justos hay que reseñar igualmente el desempeño excelente del cuerpo de baile de SGDT integrado por seis bailarinas de la compañía (Natalia Novela, Anali Alcantara, Adriana Olivares, Claudia Gonzalez, Maria Corina Salcedo y Patricia Cinquemani) apoyadas por cuatro de la segunda compañía y la pre-compañía (Anabella Amanau, Oriana Torres, Valeria Matamoros y Carolina Celeste Torres).
Manejando con sagacidad el personaje secundario de Lucía, la atractiva Natalia Novela lo eleva al rango de una antagonista alucinante para la imponente Candelas de Garrido. Su actuación es honesta, llena de matices y se siente cuidadosamente calibrada.
Por su parte, George Akram y Manuel Gutierrez son artistas de estilos muy diferentes que aportan sus individualidades y experiencia para interpretar personajes ubicados en extremos opuestos de las entregas pasionales. Akram es exuberante como el espectro y Gutierrez es idóneo para Carmelo. Akram se destaca en sus encuentros eróticos con Garrido y Novela. Gutierrez sobresale en su dueto con Garrido y en un solo estupendo hecho a su medida.
La escenografía, sugerente y funcional, es de Garrido y Croce. Este último se ocupó también del diseño de la iluminación que revela las formas, establece ambientes y con frecuencia da la impresión de haber sido creado al mismo tiempo que la coreografía.
Por último, hay que celebrar la inquietante música original del maestro de la Paz y reconocer el trabajo esmerado de la maestra Alfonso dirigiendo la South Florida Symphony Orchestra. que logró hacer de cada nota un elemento capaz de transmitir la intención de los compositores y contribuir a la desenvoltura de la danza.
FOTO: Suidy Garrido y Argentina en en “El Amor Brujo”. Fotografia: Omar Cruz