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RECORDANDO AL VERDADERO ANTONIO RUIZ SOLER… EN COMPAÑÍA DE ESTRELLA MORENA

Written By Orlando Taquechel
September 14, 2021 at 1:09 AM

Antonio y Estrella Morena, en el Palais Theatre de Melbourne (Australia, 1971). Fotografía: National Library of Australia (cortesía del archivo personal de Estrella Morena).

El mundo celebra este año el centenario del nacimiento de Antonio Ruiz Soler y Miami, con tantos artistas y seguidores del baile flamenco, no puede quedarse fuera de la celebración.

Es posible encontrar en línea toda la información sobre la carrera artística de “Antonio el Bailarín”, pero solo los que estuvieron verdaderamente cerca de “el Gran Antonio” pueden ayudarnos a descubrir al verdadero Antonio Ruiz Soler, el hombre que nació el 4 de noviembre de 1921, en Sevilla y nos abandonó el 6 de febrero de 1996, en Madrid.

Usted ya se habrá dado cuenta que hay varias maneras de mencionar a este genio irrepetible de la danza: Antonio Ruiz Soler es su verdadero nombre y “Antonio el Bailarín” es como se le conoce en España y en casi todos los países de habla hispana. “El Gran Antonio” es como fue aclamado en lugares tan distantes de España como Estados Unidos y Japón.

VIDEO: Antonio en una escena de la película “Pan, Amor y Andalucía” (1958)

Durante su larga carrera fue parte de la pareja de baile Rosario y Antonio por más de 20 años y después, Antonio a secas, porque solo los otros con el mismo nombre necesitan el apellido. Antonio se retiró como bailarín en 1979 y fue director artístico del Ballet Nacional de España de 1980 a 1983.

En la búsqueda de testimonios personales, descubrimos que el bailarín argentino Rodolfo Rodríguez lo conoció en Buenos Aires cuando ambos eran muy jóvenes, compartió un rato con él durante la celebración de los 80 años de Picasso en Niza (Francia) en octubre de 1961 y se hicieron amigos cuando Rodolfo se estableció brevemente en Madrid después de haber dejado de bailar.

“En toda mi vida solo me he encontrado con dos bailarines completos… y por completos quiero decir, que hacían bien todos los estilos: Baryshnikov y Antonio”, afirma Rodolfo.

Por su parte, Ilisa Rosal, directora del reconocido Ballet Flamenco La Rosa, nos confesó que nunca lo había visto bailar en persona y nos envió un texto sobre su importancia histórica, que enriqueció nuestra valoración sobre su trayectoria artística. Pero fue la bailarina y maestra Celia Fonta, figura emblemática del flamenco en el sur de la Florida, la que nos sugirió contactar a Estrella Morena.

Estrella Morena, en todo el esplendor de su belleza. Madrid, 1970. “Mi cara no es de clásico. Mi cara es muy flamenca”, nos dice divertida. Fotografía: Juan Gyenes (cortesía del archivo personal de Estrella Morena).

Nuestro encuentro con Estrella Morena resultó ser una sesión de amable remembranza, humor conectivo y mucha nostalgia, pero de la buena. Ante la imposibilidad de reconstruir el pasado la bailarina reflexiona sobre el mismo y siempre lo recrea embellecido. Su talento para la narración es algo mágico y sus anécdotas son disfrutables “hasta el último buchito”, como la taza de café cubano que nos ofrece.

Estrella Morena comenzó su formación a los 5 años de edad y su carrera profesional a los 15, en los tablaos flamencos de Madrid. Cuando cumplió 17 años, fue contratada por Rafael de Córdoba y debutó como Primera Bailarina en el Teatro de La Zarzuela en Madrid. Después llegó el hito temprano de ser también Primera Bailarina para Antonio y su Ballet de Madrid. Desde 1974 ha desarrollado una exitosa carrera en los Estados Unidos, actuando con frecuencia junto a su marido, el gran cantaor Pepe de Málaga. En 1984 estableció residencia en Miami.

“Aquí, para trabajar en ciertos lugares, hasta aprendí a ser ‘show-woman’, a hablar con el público, recitar y cantar”, nos dice, se incorpora y ofrece su versión a capella de “Bravo, permíteme aplaudir por la forma de herir mis sentimientos…”

Sin abandonar las presentaciones personales, fundó en 1990 su propia academia, que mantuvo abierta hasta el 2015. Con especial cariño y satisfacción menciona el concierto que hizo en el Lincoln Theatre de Miami Beach en 2001, junto a Carmen Linares y la New World Symphony Orchestra. Un espectáculo que contó también con la participación de su esposo y de su hijo, José Moreno, este último como bailaor y percusionista. En el 2018 fue homenajeada por el Instituto Cervantes de Chicago.

Estrella no se ha retirado pero la pandemia le ha hecho detenerse y esperar.

Estrella Morena antes de salir a escena, en su camerino en el Teatro de la Zarzuela. Madrid, 1970. “Yo no sabía que Juanito había tomado esta foto hasta que me la envió de regalo como postal de fin de año”, afirma. Fotografía: Juan Gyenes (cortesía del archivo personal de Estrella Morena).

Su primer encuentro con Antonio fue algo casual, tenía solo 15 años y estaba acompañada por su madre [la cantante Consuelo Moreno]. “Te voy a decir una cosa. Estudia, que llegarás”, fue su comentario. Dos años después, la volvió a ver, pero esta vez como Primera Bailarina de Rafael de Córdoba: “Tengo que hablar contigo, nos vamos a ver pronto”. La tercera vez, en 1968 en Nueva York y estando en compañía de su padre, fue decisiva: “Bueno, ¿tú estás dispuesta a hacerme una audición de flamenco?”. Y el resto es historia.

“En España Antonio era el número uno y un éxito monumental desde que empezó”, nos explica. “Las grandes figuras de entonces eran Rosita Segovia, en clásico español y Carmen Rojas, que bailaba con Antonio. Y tenía solistas fabulosos. Pero cuando yo entré ya no estaban porque habían renovado la compañía. Antonio quería cambiar todo y que las figuras fueran más jóvenes. Y yo, claro, estaba nerviosa porque… ¡bailar con Antonio y después de toda esa gente!”.

¿Cuánto tiempo bailó con Antonio?

“Con Antonio estuve tres años. En los veranos hicimos los Festivales de España y en los meses de invierno viajamos a Inglaterra, Francia, Bélgica, Grecia, Túnez, Singapur, Filipinas, Hong Kong y Australia. Mi debut fue en 1969, en Santa Cruz de Tenerife. En Madrid debutamos en el Palacio de los Deportes, actuamos después en el gran Teatro de la Zarzuela y en otros muchos teatros”.

Programa de la temporada en el Royal Festival Hall de Londres. Inglaterra, 1969. Fotografía: cortesía del archivo personal de Estrella Morena.

“Fueron tres años que disfruté muchísimo”, agrega. “Pero tuve que abandonar a Antonio y su Ballet de Madrid, por fuerza mayor. Primero, tuve una gripe que se me complicó en neumonía doble que casi ni lo cuento. En 1972 me recuperé del todo y empecé a ensayar de nuevo… pero tuve la mala suerte de caerme por las escaleras del estudio de baile de Miss Karen Taft [famosa bailarina, coreógrafa y profesora de ballet danesa que vivió en Madrid desde 1943 hasta su muerte en 1997]. Las escaleras estaban en pésimas condiciones y habían sido precintadas por la policía. De todas formas, ellos alquilaban los salones de arriba…

Me fracturé la tibia y el peroné con astillamiento. Me atrasé ocho meses con la terapia y luego tuve que volver a entrenar despacio, pero sabiendo que nunca más podría bailar clásico… porque no podía saltar. Podía hacer barra pero nivel principiante, por mi tobillo. Aun así, nunca me vine abajo porque seguí hasta que pude reponerme para bailar con tacones. Todo ese tiempo que estuve ausente me hizo perder la posibilidad de hacer televisión con Antonio en ‘La Taberna del Toro’, que se estrenó en 1974 pero se empezó a ensayar desde mucho antes”.

Antonio y Estrella Morena (vistos por Vicente Flores). Fotografía: caricatura publicada en el periódico ABC del miércoles 2 de septiembre de 1970 Edición de Andalucía (cortesía del archivo personal de Estrella Morena).

¿Cómo era Antonio?

“Antonio era un jefe maravilloso. Muy disciplinado. Muy gracioso, porque todos los andaluces son muy graciosos, pero cuando se le subía la ceja… (HACE PAUSA DRAMÁTICA) Cuando lo veíamos sonriente, respirábamos: ‘¡Que bien! Antonio está fantástico’. Si traía una ceja para arriba, decíamos: “Uy, este viene medio medio…”. Pero si tú lo veías con las dos cejas levantadas. ¡Escóndete! Que ahí venían los problemas. Todos lo sabíamos. Sabía comportarse como todo un caballero, pero cuando era fuerte, lo era de verdad y decía ‘tacos’ [palabrotas] y gritaba. Hay personas que no les gusta que le griten. Pero hay personas que se merecen que les griten no una vez, sino 5 o 6 veces.

Es cierto que a veces era bastante duro. Pero las ‘antiguas’ me decían que era más duro en la época de ellas porque era más joven. A mi nunca me molestó que fuera así porque yo soy una persona a la que jamás le han tenido que decir dos veces las cosas. Y además, él era el jefe… y lo único que pedía era que se hicieran las cosas como el sabía que debían ser hechas”.

¿Qué tipo de entrenamiento seguía la compañía? O sea ¿cómo era la vida de la compañía en términos de entrenamiento más allá de los ensayos para las funciones?

“Bueno, ofrecía maestro de ballet por la mañana, dos horas. Y todos los bailarines tomaban su clase. Yo no, porque yo iba con José Granero, que era mi maestro de siempre y un gran coreógrafo. Mas allá del entrenamiento en ballet y de los ensayos, todo lo que necesitaran los bailarines era asunto de ellos”.

¿Usted, cómo se considera, bailarina o bailaora?

“Bueno, como he bailado las dos cosas, pues las dos cosas. Si, porque me encanta bailar una ‘Asturias’ de Albéniz tanto como una Seguidilla o un Taranto. No sé si es más fácil para mí una cosa que la otra. Yo creo que es igual, pero es distinto. Lo que cambia es el estilo. Hay bailarines fenomenales de clásico español que bailan flamenco. El asunto es dar el estilo flamenco”.

Antonio y Estrella Morena. Japón, 1971. Fotografía: cortesía del archivo personal de Estrella Morena.

Al llegar a este punto, esta pregunta puede parecer innecesaria pero la hacemos de todas maneras. ¿Qué artistas han sido su inspiración?

“Carmen Amaya en el flamenco y Antonio en todo lo demás”.

Por último, ¿qué aprendió de Antonio, el director artístico, que después le sirvió al dirigir sus propios proyectos?

“Aprendí tres cosas muy importantes: la disciplina, la técnica y la perfección. Y también que no es solamente bailar tú y verte bien, tú tienes que hacer ver bien a los demás… porque a veces ocurre que tú no encuentras todos los elementos iguales y tienes que utilizar a alguien que no está a la altura del resto. Pero hay que hacer que se vea como un profesional. Recuerdo que una vez me dijo, ‘es hacer algo de la nada’.

Todavía lo extraño. Yo admiraba su arte, su fuerza y su determinación. Él quería tener las cosas perfectas y trabajó mucho para conseguirlas. Antonio sigue siendo algo grande y no es como aparece en una página de Facebook donde le llaman ‘Antonio, el genio olvidado’. A los grandes artistas no se les olvida, creo que debe decirse ‘Antonio, el genio siempre recordado”.

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