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Música, danza y cine en Ennio Morricone

Written By Jesús Vega
August 17, 2020 at 3:39 PM

Música, danza y cine en Ennio Morricone

“El Bueno, el Feo y el Malo” es un título emblemático en la filmografía de Morricone. Con esta imagen se promociona en España la ruta por los escenarios donde se filmó. Fotografía: Portal Oficial de Turismo de la Junta de Castilla y León (cortesía)

Una de las pérdidas más lamentables que ha sufrido el mundo de la música este año es el fallecimiento de Ennio Morricone, ubicado con luz propia entre los compositores más polifacéticos y queridos del siglo XX, tras una vida de creación multifacética: música contemporánea, teatro, canciones y partituras para cine, radio y televisión. Su partida pone fin a más de sesenta años de trabajo incansable.

La sola mención de ese apellido nos lleva a pensar inmediatamente en su trabajo con bandas sonoras para el cine. Sin embargo, su genialidad abarcó diferentes géneros. De ellos, su mayor pasión fue la música contemporánea, a la que siempre llamó “música absoluta”, probablemente porque tiene valor en su propia existencia, y no necesita recurrir a una película para labrarse su propio camino.
Su primera incursión en la “música absoluta” fue con la pieza “Il mattino” (La mañana) para piano y voz, de 1946, año en que también obtuvo su diploma de estudios de trompeta; y un año más tarde con otras dos obras: “Imitazione”e “Intimità”, también para piano y voz. El apego a esa “música absoluta” y la experimentación surgió inicialmente gracias a Goffredo Petrassi, su maestro del Conservatorio de Santa Cecilia, y más tarde con su incorporación al grupo de improvisación Nova Consonanza en 1965.

Morricone (1928 – 2020) compuso un centenar de partituras donde se destacan la cantata políglota “Frammenti di Erossu” con textos de Sergio Micheli (1985); y sus tres “Concerti” para orquesta, flauta y chelo, y guitarra clásica amplificada y marimba, (1957, 1985 y 1985 respectivamente). También son notables sus obras de inspiración espiritual como “4 Anamorfosi latine” para chelo y arpa (1990); sus “Vía Crucis” (1991, 1992) y la formidable “Misa para el papa Francisco” (2015), entre otras.

Ballet “Misión” (1994), coreografía de Jane Raidma.

No debe pasarse por alto su música diversa que ha inspirado obras para ballet, donde ocupan un papel principal “Requiem per un Destino” para coro y orquesta (1966) y “Gestazione” para voces femeninas, cuarteto de arcos y guitarra (1980). También están el ballet “Divine Serenity” inspirado en la banda sonora de “Erase una vez en el Oeste”; “Gabriel’s Oboe (Ballet 5 Pointe)” tema de la película “La misión”, interpretada por Yo Yo Ma; “Mission”una coreografía basada en la técnica danzaria de Martha Graham, también al ritmo de Gabriel’s Oboe; y Vita Nostra, realizado a partir de ese mismo tema.

Ennio Morricone declaró en múltiples ocasiones que comenzó a componer música para el cine como forma de subsistencia (algo que Petrassi consideraba como un sacrilegio) con el propósito de seguir escribiendo “música absoluta”. Sin embargo, sus creaciones para el cine fueron más apreciadas que las demás. Sus inicios en esa industria datan de 1961 con “Il Federale” de Luciano Salce, y prosiguió con más de 450 bandas sonoras para directores como Leone, Argento, Bertolucci, Malick, Polanski, Pasolini, Joffè, Almodóvar y Tarantino, entre otros.

Como es casi imposible mencionar con justeza sus mejores creaciones de música para el cine, me limito a mencionar brevemente algunas como la banda sonora de “Por un puñado de dólares” (Leone, 1964) donde concretó magistralmente la identidad musical del western. No puede faltar tampoco “El bueno, el feo y el malo” (Leone, 1966), una de las más conocidas, especialmente por su tema, con cinco notas evocadoras de la llamada del coyote que muchos críticos comparan con las cuatro de apertura de la “Novena Sinfonía”. Asimismo, es notable el dramatismo de “Días del cielo” (Malick, 1978), y la aterradora y novedosa de “Teorema” (Pasolini, 1969).

Érase una vez en el Oeste” – Final (1968)

También figuran “Novecento” (Bertolucci, 1976), con  su “Romanza” y “Estate 1908”; “El pájaro de plumas de cristal” (Argento, 1970), con rezagos de Stephen King acentuados por el coro siniestro de los Cantori Moderni; “Erase una vez en América” (Leone, 1984); considerada por muchos como la mejor banda sonora en la historia del cine por su adaptación a diferentes estados de ánimo de la trama; “La misión” (Joffè, 1986), donde demuestra que la búsqueda de la trascendencia es el mejor estímulo para la música, y explora el folclor latinoamericano y los maestros barrocos para “dar a luz” temas como “Gabriel’s Oboe”; “Cinema Paradiso” (Tornatore, 198), que rompe su tradición épica para lograr una atmósfera íntima, nostálgica; y “Los Odiosos Ocho” (Tarantino, 2015) con la que ganó un Oscar, que remite a los filmes de Leone. Morricone confesó que recicló en la misma parte de esa música de la controvertida “La cosa” (Carpenter, 1982).

Otra importante faceta de la música del gran maestro está en sus canciones, algunas de las cuales se independizaron de las bandas sonoras para cobrar vida propia, pero también hubo otras creaciones independientes del cine como “Se telefonando”, musicalizada con letra de Ghigo de Chiara y Maurizio Constanzo para un episodio de un programa dominical, e inmortalizada por Mina en su disco “Studio Uno 66” (de 1966). Prueba de ello es que, en una encuesta realizada por el periódico La Repubblica en el 2010, como homenaje a los 70 años de la destacada cantante, 30,000 participantes la seleccionaron como la mejor canción grabada por Mina en toda su carrera.

Mina – “Se Telefoneando” (1966) 

A Morricone le persiguió durante toda su vida la gran paradoja de ser apreciado como compositor de música para el cine, y no como un creador “tout court”. Un destino que compartió en cierta medida con su colega Nino Rota. Aunque dejó una huella indeleble en la producción de música para obras cinematográficas, crítica y público fue parca en elogios por las obras que el gran maestro consideró como las más cercanas y musicalmente perfectas.
La obra siempre sobrevive al creador, por lo que es hora de valorar a Morricone como el insuperable compositor que fue, es y será, en su extenso catálogo de partituras inmortales de música contemporánea, cine y danza. Música absoluta de un compositor absoluto. No hay mejor final que las palabras con las que el cineasta Giuseppe Tornatore resumió el genio del compositor, arreglista, conductor y humanista: “No es solo un gran compositor de música para cine. Es un gran compositor”.

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