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Miami City Ballet: el esplendor de ayer y las búsquedas de hoy

Written By Orlando Taquechel
January 13, 2020 at 9:41 PM

FOTO: Los bailarines de Miami City Ballet en “I’m Old Fashioned” de Jerome Robbins. Fotografía: Alexander Iziliaev (cortesía)

El fin de semana pasado, Miami City Ballet (MCB) se presentó de manera triunfal en el Adrienne Arsht Center for the Performing Arts de Miami con su segunda oferta de temporada.

El programa incluyó el tan esperado estreno para la compañía del “I’m Old Fashioned” de Jerome Robbins junto a otro estreno reciente (“This Bitter Earth” de Christopher Wheeldon) y un pas de deux de repertorio (“Tschaikovsky Pas de Deux” de George Balanchine).

Y para cerrar por todo lo alto se recurrió a “Symphonic Dances”, una obra creada para la compañía por Alexei Ratmansky en 2012 que ha sido calificada como “una de las creaciones de danza más notables de nuestro siglo” (Alastair Macauly, New York Times / 14 de abril, 2016).

La función abrió con la obra de Robbins.

“I’m Old Fashioned” es un elegante ballet neoclásico para tres parejas solistas y un cuerpo de baile de otras nueve, que dura poco más de media hora y se basa en un dueto de solo cuatro minutos y medio que Fred Astaire bailó con Rita Hayworth en “You Were Never Lovelier” (1942), la segunda de las dos películas que hicieron juntos.

Al inicio, el público tiene la oportunidad de ver proyectada en una pantalla enorme la totalidad de la coreografía original de Astaire y Val Raset, tras ser agradablemente sorprendidos por unos sobrios créditos en blanco y negro.

En la noche inaugural, las tres parejas – que se distinguen por el color del vestido de ellas – fueron interpretadas de manera impecable por Jordan-Elizabeth Long, Ashley Knox y Emily Bromberg acompañadas por Aaron Hilton, Alexander Peters y Chase Swatosh.

Ninguno de ellos pretende ser Fred Astaire y ellas tampoco intentan ser Rita Hayworth. Robbins tenía claro que nadie iba a poder bailar como ellos y que una imitación terminaría siendo una caricatura. Para diferenciarlos de los originales, los hombres se presentan sin la chaqueta del traje y las mujeres tienen el pelo recogido.

“I´m Old Fashioned” capta de manera maestra la esencia de la coreografía concebida para la película y de la canción de Jerome Kern – con letra de Johnny Mercer – pero apoyado en la música de Morton Gould basada en Kern, Robbins ofrece algo diferente: una sucesión de variaciones para grupos, parejas y solos que termina con todos los bailarines en escena.

Al cierre, todas las mujeres aparecen vistiendo de negro con trajes muy similares al de Hayworth y los hombres por fin se han puesto la chaqueta. Las 12 parejas parecen recrear el dueto de Astaire y Hayworth, estos aparecen de nuevo y el desenlace muestra a los intérpretes de hoy simplemente rindiéndole pleitesía a ambos.

Es poco probable que algunos de los que asistieron al estreno de “You Were Never Lovelier” en 1942 se encontraran la noche del viernes 10 de enero en el Arsht Center y solo unos pocos deben haber asistido alguna vez al cine para ver un musical de Fred Astaire (bueno, quizás “Finian’s Rainbow”) pero por unos 4 minutos y medio MCB unificó a todos los presentes en una experiencia compartida inolvidable.

Al llegar hasta aquí hay que señalar que “I’m Old Fashioned” es una adición magnífica al repertorio de MCB porque muestra a los jóvenes bailarines de la compañía en todo el esplendor de su belleza.

Hay que reconocer igualmente su eficacia comunicativa como experiencia evocadora para unos y de descubrimiento para otros, porque nos muestra la cualidad irrepetible del original y la idoneidad de los intérpretes de la compañía que dirige Lourdes López para asumir el reto de proyectar sofisticación con naturalidad.

Sin olvidar que también nos permite redescubrir que cuando de amor se trata, el placer que produce ser algo anticuado no ha pasado de moda.

Después de un primer intermedio se presentaron los dos pas de deux mencionados al inicio: el inquietante “This Bitter Earth” (2012) y el brillante “Tschaikovsky Pas de Deux” (1960).

Emily Bromberg y Rainer Krenstetter en “This Bitter Earth” de Christopher Wheeldon. Fotografía: Alexander Iziliaev (cortesía)

Ambos son vehículos estelares para las bailarinas (en el primero, el hombre solo se dedica a seguir, atajar y sostener a su compañera) y son interpretados con aplomo por dos mujeres hermosísimas en momentos diferentes de sus carreras: la sugerente Emily Bromberg – promovida a Solista Principal en 2019 – y la sublime Katia Carranza, en la compañía desde 1998 y Bailarina Principal desde 2004.

Bromberg es un talento en ascenso y Carranza es una intérprete consumada. Rainer Krenstetter acompañó a Bromberg y Carlos Quenedit a Carranza.

El desempeño de las dos parejas es muy meritorio pero hay que destacar la pericia del trabajo de partenaire de Quenedit que le permite a Carranza lanzarse al aire con la certeza de que va a ser recibida con esmero.

Katia Carranza y Carlos Quenedit en “Tschaikovksy Pas de Deux” de George Balanchine. Fotografía: Alexander Iziliaev (cortesía)

Por su parte, Carranza consigue una vez más ser espectacular ejercitando la discreción y hacer que parezca habitual lo extraordinario. Verla bailar es siempre un disfrute y “Tschaikovsky Pas de Deux” acaba siendo el momento culminante del programa.

Después de un segundo intermedio se presentó “Symphonic Dances”.

A partir de premisas aristotélicas apenas sugeridas, esta obra de grupo sin argumento – pero con mucho drama – parece abordar temas como amor y destino, exponer un cierto conflicto entre el individuo y la colectividad e incluso sugerir la presencia de un mártir revolucionario.

En los roles solistas – la obra utiliza 23 bailarines en total – se destacaron intérpretes que ya dominan el virtuosismo soviético que exige la obra como Nathalia Arja, Kleber Rebello, Renan Cerdeiro y Chase Swatosh junto a debutantes como Jennifer Lauren, Ashley Knox, Nicole Stalker, Lauren Fadeley, Samantha Hope Galler, Harrison Monaco y Damian Zamorano.

Al final de la noche, la entusiasta ovación de pie se transformó en euforia con la aparición en escena de Beatrice Jona Affron, directora de orquesta invitada, en lo que debe considerarse asimismo como un reconocimiento al desempeño de toda la orquesta Opus One.

Hace apenas unos días MCB se nos mostró magnífico con un “Cascanueces” lleno de ternura y ahora repite con un programa repleto de afecto por el esplendor de ayer (“I’m Old Fashioned”, “Tschaikovsky Pas de Deux) y a la vez interesado en las búsquedas de hoy (“This Bitter Earth”, “Symphonic Dance”) que no deja lugar a dudas sobre la excelsitud alcanzada por la agrupación.

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