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EN ESPERANZA FERNÁNDEZ, LA NWS ENCONTRÓ UNA CANDELA GITANA CON SALERO Y COMPLEJIDAD

Written By Helena Alonso Paisley
December 13, 2022 at 4:34 PM

Esperanza Fernández con el director mexicano Carlos Miguel Prieto y la New World Symphony, en “El amor brujo”. Las proyecciones hacían una referencia visual a la película homónima de Carlos Saura. Fotografía: Alex Markow (cortesía NWS)

“Spanish Dances” (“Danzas Españolas”, en español), el programa de la New World Symphony (NWS) dedicado a la música del gran compositor español Manuel de Falla, estuvo repleto de momentos de alegría. Cuando todos los músicos gritaron “Ole” al unísono en “El sombrero de tres picos”, la energía y el entusiasmo de este grupo maravilloso fueron palpables.

Llevaba la batuta el genial maestro mexicano Carlos Miguel Prieto, que se ha hecho no sólo experto en sacar lo mejor de músicos jóvenes como estos, sino también en defender y promover la música del mundo hispanohablante con las grandes orquestas de Europa y las Américas.

“No todos los lugares confían en esta música”, le comentó Prieto al público. De hecho, dijo, esta actuación ha sido la primera vez en su carrera en que había podido dedicar un concierto entero a las composiciones de Falla.

La noche comenzó con “El amor brujo”, protagonizado magistralmente por la cantaora sevillana Esperanza Fernández. No sólo con la calidad de su cante, sino con la sencilla y bella autenticidad de su actuación, Fernández encarnó de cuerpo y alma a la figura de Candela, una joven gitana enamorada de un hombre, pero embrujada por el fantasma de su difunto (e infiel) amante.

Esperanza Fernández, gran cantaora de flamenco actual, lleva desde 1994 interpretando la música de Falla con orquestas sinfónicas de todo el mundo. Fotografía: Alex Markow (cortesía NWS)

Fernández es una de las grandes voces del flamenco actual. Hija del gran cantaor Curro Fernández y de la cantaora Pepa Vargas, esta gitana de Triana ha vivido el flamenco desde su más temprana edad y, conforme a lo que nos dijo por teléfono unos días antes del estreno, lleva más de un cuarto de siglo cantando la música de Manuel de Falla alrededor del mundo entero.

“Desde el año 94 estoy haciendo ‘El amor brujo’ con todas las orquestas del mundo, prácticamente”, afirma. En ese entonces, el director de la Orquesta Juvenil de Andalucía la había escuchado cantar y quedó fascinado con su voz.

“Él me dijo que yo podía ser una auténtica Candela de Falla. Fue el que me enseñó. Y ya le digo, fue todo memorizado. No fue nada leído…no sabía leer música, pero lo retenía prácticamente todo. Y allí estoy, desde el año 94, convirtiéndome en Candela cada vez que hago ‘El amor brujo’, y dando lo mejor de mí con esta interpretación”.

Ella nos cuenta que Falla originalmente había escrito la obra a petición de la sevillana Pastora Imperio, una de las más famosas artistas españolas de su época. Relata que Pastora “era una gitana muy reconocida, bailaora y cantaora. Y entonces, pues, digamos, he vuelto a reencarnar a esa gitana, a esa Candela, en esta obra maravillosa de Falla”.

“Reencarnar” es una palabra justa para describir su interpretación del papel con NWS. Su uso del melisma al cantar “Soy la mar en que naufragas” en “El baile del juego del amor” era flamenco, hecho y derecho. Aparte de su magnífica voz, se notó en Fernández un dominio absoluto del espacio escénico; al tomarse un sorbo de agua entre canciones, era Candela la que tomaba agua. Con el detalle de mojarse los dedos en la copa para persignarse, pudimos apreciar hasta qué nivel se ha adentrado Fernández en las sutilezas del personaje.

Y cuando Fernández, sentada, marcaba un braceo en el aire, se le notaba en el movimiento de sus manos toda la elegancia del antiguo flamenco gitano. De hecho, su pasión antes de dedicarse al cante fue bailar, comenta que el baile “sigue siendo una de mis fascinaciones absolutas”.

Esperanza Fernández en “El amor brujo” encarnaba con sutileza y sensibilidad a Candela, una gitana embrujada por el espectro de su difunto amante. Fotografía: Alex Markow (cortesía NWS)

Actuar y moverse con garbo por el escenario es un talento que Fernández desarrolló a una temprana edad a los pies de Mario Maya, uno de los grandes coreógrafos flamencos del siglo XX. Rememora como Maya le vio actuar con su padre en el Teatro Lope de Vega en Sevilla. El bailaor notó enseguida su promesa.

“’Esperanza, tu hija’, se lo dijo a mi papá, ‘la necesito para que haga una obra de Lorca que se llama El Amargo.’ Y yo tenía 16 años en aquel entonces”, puntualiza Fernández, “¡con 16 años y yo hacía de madre del Amargo! El Amargo era Mario Maya y yo hacía de su madre. Maya fue el que me enseñó a andar por el escenario, todo el tema de la interpretación”.

Fernández se encuentra entre los pocos artistas de flamenco que ha podido hacer puente entre el flamenco y la música clásica. Según ella, su papá le inculcó su amor por una amplia gama de estilos musicales.

“Este puente se lo debo a mi padre”, dijo, “porque él, cuando yo era pequeña, era cantaor y traía mucha música de fuera, del extranjero, porque viajaba mucho. El flamenco siempre estaba en casa, pero me interesaba esa otra música. Entonces, el oído se abrió, se agudizó y cuando yo fui consciente de lo que quería hacer como artista y cantaora, empecé a investigar cosas, y la gente quería mi voz para este tipo de interpretaciones, por el tema de la afinación, de la vocalización. Yo no sé leer música, pero es verdad que los flamencos tenemos un oído completamente privilegiado para captar todo tipo de música y poder realizarla”.

En “La vida breve”, el bailarín español Isaac Tovar mostró una precisión en sus vueltas y una elegancia de línea que dejaron al público visiblemente conmovido. Fotografía: Alex Markow (cortesía NWS)

El compositor Manuel de Falla, nacido en Cádiz, también se interesó por una variedad de estilos musicales, tanto los sonidos más vanguardistas de su época, como fueron las composiciones de Stravinski, hasta las melodías y ritmos de su Andalucía natal que apreciaba en el flamenco. Fernández valora mucho cómo el compositor se identificaba con la música flamenca y lo que hizo por popularizar esta música desde los escenarios de las orquestas clásicas.

“Realmente Falla era un hombre muy culto musicalmente”, precisa Fernández, “y tenía un amor increíble por el cante flamenco, por el cante gitano… él se miró mucho en lo que es el flamenco a la hora de escribir obras como esta, como ‘El amor brujo.’ Y hay muchísimos pasajes que son prácticamente flamencos”.

“Spanish Dances” siguió con “El sombrero de tres picos”, donde la soprano colombiana Catalina Cuervo cantó con fuerza y brío, haciendo notar su soltura como intérprete de los grandes estilos musicales del mundo hispanohablante.

Esperanza Fernández en una escena con Laura Peralta, joven y talentosa bailarina de la Compañía de Flamenco Isaac Tovar. Fotografía: Alex Markow (cortesía NWS)

En una variación poco vista, la noche incluyó danza interpretada por la Compañía de Flamenco Isaac Tovar. La joven bailarina Laura Peralta añadió una dulzura especial a la actuación y en “La vida breve”, el apasionado número que cerró la función, Tovar mostró una precisión en sus vueltas y una elegancia de línea que dejaron al público visiblemente conmovido.

 

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