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BEREISHIT DANCE COMPANY Y SUS ASOMBROSOS BAILARINES DE ALTO RENDIMIENTO
Los bailarines de Bereishit Dance Company en “Judo”, coreografía de Park Soon-Ho. De izquierda a derecha: Kim Jong-Shin, Lee Da-Som, Lim Jae-Hong, Kim Hye-Rim, Kim Ju-Young y Na Ji-Hun. Fotografía: Javier Labrador (cortesía de FUNDarte)
Bereishit Dance Company, procedente de Corea del Sur y precedida por las noticias de su enorme éxito de público y crítica en todos los lugares donde ha actuado, se presentó dos noches seguidas en el Miami-Dade County Auditorium (MDCA) con un programa a la altura de las expectativas.
El programa ofrecido por esta pequeña compañía con sede en Seúl, fundada en 2011 y dirigida desde entonces por el reconocido coreógrafo Park Soon-Ho, incluyó dos obras de grupo de igual duración (unos 30 minutos cada una) separadas por un breve intermedio.
La noche abrió con “Judo”, que el propio Park Soon-Ho creó para Bereishit en 2014. El judo es un arte marcial que nació en Japón durante la segunda mitad del siglo XIX y es un deporte olímpico desde 1964. Desde el punto de vista etimológico, la palabra judo significa “camino suave” para unos y “el camino de la mansedumbre” para otros.
Según las notas al programa, “La violencia es un instinto humano que necesita ser liberado constantemente. El deporte, que ha brindado a las personas oportunidades para liberar su violencia, nos permite enfrentarnos a la naturaleza humana. A través de la danza y el ritmo, esta obra expresa la ambivalencia entre la violencia humana y la motilidad deportiva”.
Cuando el público comienza a ocupar sus asientos en el Black Box (o Caja Negra, en español) en el que MDCA transforma su escenario para actuaciones íntimas como esta, lo primero que nota es un área cubierta por colchonetas de judo de color rojo que han sido colocadas dejando espacio donde intercalar otras cuatro.
“Judo” es una coreografía sin argumento repleta de acciones físicas que con frecuencia adquieren categoría de acciones dramáticas y deslumbran al espectador.
Al comenzar la función, tras un instante de oscuridad total, aparecen bailarines portando las colchonetas destinadas a llenar los espacios vacíos mientras escuchamos una versión instrumental del famoso “María Elena” de Lorenzo Barcelata, una canción que data de 1932 y que muchos identifican por la expresión más conocida de su letra en español (“tuyo es mi corazon”).
Las colchonetas parecen moverse por sí solas en el aire, al ritmo de la música, antes de ser colocadas en su lugar. Inmediatamente después, en silencio, aparecen dos hombres que luchan en cámara lenta. A continuación, se incorporan otros cuatro bailarines y todos golpean el piso con sus puños.
La música regresa y presenciamos un atlético baile callejero muy cercano al breakdance. Uno de bailarines cae, y estando en cuclillas, es cubierto por las chaquetas de los otros cinco hasta transformarse en un estrambótico adorno de cabeza -quizás un enorme insecto de tela- que uno de ellos acarrea con inusitada solemnidad.
La obra avanza entonces de manera implacable con secuencias verdaderamente espectaculares donde cada bailarín es derribado por el salto de otro, hasta quedar uno solo en escena. Al apagarse las luces, este último parece estar listo para ser derribado cuantas veces sea necesario.
“Judo” es violencia, agresión y resiliencia en su más sofisticada apropiación. Usted sabe que todo ha sido coreografiado de manera milimétrica y nadie ha sido golpeado, pero el impacto dramático del mensaje es innegable y la limpieza de su realización despierta un entusiasmo irreflexivo e irreprimible.
Acostumbrados a ver que en las competencias deportivas se premia al mejor gimnasta por la realización de una única rutina cercana a la perfección –algo que apenas unos pocos logran- es impresionante apreciar como los asombrosos bailarines de alto rendimiento de Bereishit se hacen continuamente merecedores de una puntuación perfecta repitiendo varias veces la misma rutina sin esfuerzo aparente. En la función que reseñamos ellos fueron: Lee Da-Som, Kim Jong-Shin, Kim Hye-Rim, Kim Ju-Yeong (hombre), Kim Ju-Yeong (mujer), Doh Yun-Seung, Na Ji-Hun y Lim Jae-Heon.
Después del intermedio, Bereishit presentó una puesta en escena que data de 2010 -abiertamente académica en forma y contenido- titulada “Balance and Imbalance” (“Equilibrio y Desequilibrio”). Dos músicos (Park Sung-Gun y Kim Jung-UK) y una vocalista (Kim Jae-Woo) en atuendos tradicionales coreanos, acompañan a los bailarines, vistiendo ropa casual. Los músicos utilizan instrumentos de percusión y la vocalista está a cargo de la narración cantada de una historia antigua de la tradición Pansori. En esta ocasión, los bailarines fueron Lee Da-Som, Kim Jong-Shin, Kim Hye-Rim, Kim Ju-Yeong (hombre) y Doh Yun-Seung.
Esta segunda creación de Park Soon-Ho “expresa la esencia de las relaciones humanas que confrontan pero armonizan a través de un proceso interminable de comunicación mutua entre sonido y movimiento, que son los dos medios de expresión más communes”, nos dicen las notas al programa.
Poco importa que la narración sea en coreano porque la ingenuidad de las situaciones –humor incluido-, el encanto de las actuaciones y la belleza de las imágenes, le permiten al público inferir y disfrutar lo que ocurre. Sin olvidar que la música en vivo adquiere por momentos un protagonismo conmovedor que hace de “Balance and Imbalance” un cierre espléndido para la función, porque la simbiosis entre la estridencia del sonido y la reciedumbre del movimiento pone en evidencia el oficio impecable de Park Soon-Ho y la versatilidad desenvuelta de sus bailarines.
En resumen, tanto “Judo” como “Balance and Imbalance” son ejemplos de ese tipo de espectáculo exquisito e inexpugnable que sobresale por la inefabilidad de su atractivo.
Así las cosas, es posible afirmar que esta primera visita a Miami de Bereishit Dance Company es un acierto extraordinario de programación de FUNDarte y MDCA, promotores incansables entre nosotros de la mejor danza contemporánea internacional.
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